Shara Naranjo
Coordinadora de contenidos y proyectos en Estudios Sociales de Colombia
La cultura material en el Nuevo Reino de Granada y Colombia, desde la era colonial hasta el siglo XIX, se configuró a partir de complejas interacciones entre factores económicos, sociales y simbólicos.
Los objetos, espacios y prácticas no solo cumplían funciones prácticas, sino que reflejaban jerarquías sociales, valores culturales y vínculos religiosos fundamentales en la vida cotidiana. Desde las viviendas y utensilios básicos hasta los bienes suntuosos, cada elemento trasciende su utilidad inmediata para volverse un marcador de identidad y poder.
Vivienda
En Santa Fe de Bogotá, durante las primeras décadas del siglo XIX, la vivienda era tanto un espacio de vida como un símbolo de estatus. Según los censos y testamentos de la época, predominaban las casas de uno y dos niveles. Las más modestas se ubicaban en los barrios periféricos, mientras que las residencias más imponentes se concentraban en el centro urbano.
El menaje doméstico, que incluía muebles, utensilios y objetos religiosos, era esencial para construir un ambiente de intimidad y domesticidad, conceptos en auge durante este periodo. Las casas no solo servían como refugio, sino también como espacios productivos y comerciales, donde los miembros de la familia, especialmente las mujeres, desempeñaban un papel crucial en la administración de bienes y la creación de un ambiente de armonía.
Herencia y transmisión de bienes: el papel de las dotes
La transmisión de bienes mediante testamentos y dotes fue fundamental para perpetuar jerarquías sociales y capital familiar. En Santa Fe, las dotes incluían dinero, joyas, ropa, muebles y, en algunos casos, esclavos.
Estas donaciones no solo cimentaban alianzas matrimoniales, sino que también reflejaban las redes sociales y económicas de la época. Un ejemplo notable es la dote de Rosalía Saylorda en 1753, que incluía sillones, gargantillas y un cuadro del Niño Jesús, lo que destaca la importancia de los bienes materiales como indicadores de prestigio.
En contraste, en regiones como Guadalajara de Buga hacia finales del siglo XIX, los testamentos reflejan un enfoque en la subsistencia, con legados de herramientas agrícolas como machetes y hachas. Estas diferencias evidencian las brechas económicas y culturales entre las regiones, aunque en todas prevalecía el objetivo de garantizar la continuidad patrimonial.
Obtención y consumo: de lo local a lo global
Los objetos llegaban a la Nueva Granada a través de diversas rutas. Las clases populares conservaban tradiciones nativas en su menaje, mientras que las élites importaban porcelanas, utensilios de peltre y cerámicas finas desde Europa y Asia, a menudo a precios prohibitivos. Testamentos como el de María Eugenia de los Ángeles en 1665 ilustran estas dinámicas, pues poseía:
"Un perol de dos botijas [tasado] en setenta patacones, otro perolito mediano en veinte pesos, tres almireces uno chico y dos grandes con sus manos en quarenta peso, un cucharon de fierro, cuatro platos de la china en diez y seis pesos, una escudilla de la china en quatro pesos, otra escudilla pequeña en dos pesos, una almofía grande de Talavera en seis pesos, un frasco grande de arco burilado en ocho pesos, tres cucharas de plata que pesan tres onzas, una basinilla de plata que peso quatro marcos y dos onzas a ocho pesos el marco, una olla de plata de dos marcos a ocho pesos cada uno."
En este contexto, los bienes materiales no solo eran símbolos de estatus, sino también vehículos de emulación cultural. Las élites santafereñas adoptaron tendencias europeas en mobiliario y decoración, reforzando sus conexiones con redes comerciales globales.
De las dotes al consumismo contemporáneo
Con la introducción de un nuevo modelo económico y la llegada del internet con eventos como el Black Friday, la relación con los objetos ha cambiado profundamente. Este fenómeno global ha democratizado el acceso a bienes importados en Colombia, contrastando con las exclusividades del pasado colonial.
Sin embargo, también ha promovido un consumismo desenfrenado, a menudo impulsado por campañas publicitarias que refuerzan los bienes como símbolos de estatus.
A pesar de las diferencias, hay sorprendentes continuidades entre el pasado y el presente. Así como las dotes coloniales buscaban consolidar el prestigio social, hoy el consumo masivo refleja aspiraciones similares de movilidad social en un mundo globalizado.
¿Quieres saber más?
Ríos Durán, María Astrid. “La casa santafereña, 1800-1830: en el camino hacia la intimidad, el confort y la domesticidad.” Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, no. 34 (2007): 43-84.
Osuna Oliveros, Gina Marcela. Cultura material en Buga: Los objetos y herencia en la década de 1870-1880. Universidad del Valle, 2020.
Izáziga Chávez, Alejandra. Uniones beneficiosas: un estudio sobre la sociedad y cultura material incluidas en la dote de Santa Fe, 1745-1800. Monografía de grado, Universidad de los Andes, 2024.