Shara Naranjo
Coordinadora de contenidos y proyectos en Estudios Sociales de Colombia
El 85% del Chocó se encuentra afectado por inundaciones, y desde el viernes, el ELN ha declarado un paro armado en el territorio. Golpeado por el desastre natural, los grupos armados ilegales, el olvido estatal y el empobrecimiento, el departamento enfrenta una crisis profunda.
La situación actual es el resultado de siglos de explotación y marginalización, que se remontan a la época colonial. Desde entonces, la región ha sido considerada una fuente de recursos para intereses externos, sin que los beneficios de esa riqueza se traduzcan en desarrollo o bienestar para su población.
Economía extractiva y explotación
Desde el periodo colonial, Chocó ha sido un espacio de extracción intensiva. Inicialmente, la minería de oro fue la actividad predominante, a la que se sumaron posteriormente el platino, el caucho y la explotación maderera.
La economía de la región fue configurada como un enclave que servía a los intereses de la Corona Española y, más tarde, a los de élites nacionales e internacionales, sin que se desarrollara un plan inclusivo para el bienestar local.
Durante el siglo XIX, tanto el Chocó como Antioquia experimentaron desarrollos claves en la minería. Sin embargo, las diferencias en cómo se estructuraron sus economías mineras han marcado profundamente el desarrollo social y económico de cada región, perpetuando una desigualdad que aún persiste.
Minería en el Chocó en el siglo XIX
En el siglo XIX, el Chocó se consolidó como uno de los principales centros de extracción de oro y platino en Colombia. Aunque estas actividades ya se practicaban desde la colonia, fue en esta centuria cuando adquirieron relevancia para la economía regional y nacional.
Sin embargo, el Chocó fue tratado como un enclave extractivo en el que la riqueza generada no se reinvertía localmente. Los beneficios de la minería eran apropiados por actores externos, dejando a la región sin recursos para su propio desarrollo.
Hacia finales del siglo XIX, la llegada de empresas extranjeras, como la Compañía Minera Chocó Pacífico, transformó el territorio y la dinámica de extracción. Estas compañías introdujeron maquinaria pesada, monopolizando la extracción de minerales y generando graves consecuencias ambientales y sociales. A pesar de la abundante riqueza natural, el Chocó continuó sin una estructura económica que beneficiara a sus habitantes.
Minería en Antioquia en el siglo XIX
Antioquia, en contraste, desarrolló un modelo de minería local e internacional, pero más estructurado y organizado, lo que le permitió un mayor crecimiento económico. La minería antioqueña se convirtió en un pilar de la economía departamental, impulsando la formación de una élite empresarial y política local.
Las ganancias obtenidas en la minería fueron reinvertidas en sectores como la industria textil, lo que diversificó y fortaleció la economía regional. Antioquia también introdujo técnicas avanzadas de extracción y procesamiento de minerales, un esfuerzo que se vio respaldado por una administración centralizada y unos mineros locales que impulsaron la reinversión en el departamento.
Mientras que en Antioquia la minería contribuyó a una economía regional diversificada y relativamente autosuficiente, siendo hoy uno de los principales centros financieros, industriales, comerciales y de servicios, en el Chocó esta actividad acentuó las desigualdades, reforzando un modelo extractivista que respondía a intereses externos.
Estas diferencias, nacidas en el siglo XIX, moldearon el desarrollo posterior de cada departamento, dejando al Chocó en una situación de marginalización y pobreza, con limitadas oportunidades para diversificar su economía.
El fenómeno en el Chocó es un claro ejemplo de la “maldición de los recursos naturales”. La abundancia de minerales y otros recursos naturales, en lugar de impulsar su desarrollo, perpetuó una dependencia económica que, hasta la fecha, ha obstaculizado el acceso a educación, salud e infraestructura para sus habitantes.
Este modelo extractivista, que no redistribuye los beneficios, ha causado daños ambientales significativos y ha deteriorado el tejido social, limitando las posibilidades de crecimiento económico y bienestar para la población.
Impacto del conflicto armado
En tiempos más recientes, el Chocó se ha convertido en un escenario de conflicto armado, donde su riqueza en recursos naturales y su posición estratégica lo han convertido en un objetivo para diversos grupos armados.
Según el informe Impactos étnico-territoriales del conflicto armado en el Chocó, las comunidades afro e indígenas han sido víctimas de desplazamiento, reclutamiento forzado y violencia sexual, entre otros abusos, a manos de grupos como el ELN, las FARC, el Clan del Golfo y diversas organizaciones paramilitares.
La presencia de estos actores no solo responde a intereses económicos —como el narcotráfico y la minería ilegal— sino también al control territorial. Los ríos, vitales para la cultura y subsistencia de las comunidades chocoanas, se han convertido en rutas de transporte de drogas y armas, lo que convierte a estas poblaciones en objetivos constantes de amenazas y ataques, profundizando su situación de vulnerabilidad.
Es importante subrayar la relación de las comunidades con los ríos, ya que estos explican los patrones de poblamiento en la región. Las poblaciones se han asentado en las cercanías de los ríos, y hoy en día la deforestación, la contaminación con desechos químicos y la minería están alterando el equilibrio natural de estos cuerpos de agua.
A esto se suma el hecho de que, según el IDEAM, Chocó es una de las zonas más lluviosas del mundo. La falta de infraestructura adecuada y la desatención del Estado han convertido al departamento en una víctima potencial de inundaciones recurrentes, que en esta ocasión han afectado a más de 200 mil personas.
Con el agua al cuello
La crisis climática ha complicado aún más la situación en el Chocó. Las lluvias torrenciales y las inundaciones han afectado a una población y a una región, que no cuenta con infraestructura adecuada para mitigar estos desastres naturales.
A esta precariedad se suman la violencia armada y la presencia de grupos ilegales que controlan el territorio, restringiendo el acceso a ayuda humanitaria y obligando al confinamiento y desplazamiento forzado de comunidades.
Esta situación de vulnerabilidad refleja la histórica desatención del Estado colombiano hacia la región y evidencia cómo actores armados aprovechan las condiciones de abandono para consolidar su control territorial.