Shara Naranjo
Coordinadora de contenidos y proyectos en Estudios Sociales de Colombia
La historia del vallenato es, ante todo, la historia de un viaje: el del acordeón, que cruzó océanos y encontró en las tierras cálidas del Caribe colombiano un nuevo hogar, transformándose y transformando a su paso.
El acordeón llegó oficialmente en 1869, un periodo marcado por el auge del comercio marítimo y la expansión cultural en el Magdalena Grande, una vasta región que comprendía los actuales departamentos del Cesar, Magdalena y La Guajira.
Este instrumento, fabricado principalmente en Alemania, arribó a través de puertos clave como Riohacha, Sabanilla (hoy Barranquilla) y Cartagena, transportado en barcos cargados de mercancías que conectaban a Colombia con Europa.
Aunque inicialmente era un objeto exótico y poco conocido, pronto se integró en la vida musical de la región. Las cumbiambas, espacios festivos y rituales que mezclaban tambores africanos, gaitas indígenas y guacharacas, ofrecieron el terreno fértil donde el acordeón echaría raíces.
Las cumbiambas no eran solo fiestas; eran una expresión de la vida colectiva. En ellas se celebraban la cosecha, la fe o simplemente la convivencia comunitaria. La incorporación del acordeón, con su versatilidad melódica y armónica, marcó un cambio significativo: desplazó a las gaitas como instrumento principal y permitió la creación de nuevas formas sonoras.
A finales del siglo XIX, las cumbiambas comenzaron a mutar. De espacios de celebración, se convirtieron en escenarios narrativos donde surgieron los juglares, músicos ambulantes que recorrían caminos polvorientos del Magdalena Grande con sus acordeones al hombro, cajas y guacharacas.
Estos juglares no solo tocaban música: relataban amores, desamores, conflictos y eventos históricos a través de sus composiciones, convirtiéndose en los cronistas orales de una región. Así nació el vallenato, un género que es, más que música, crónica, relato y memoria.
En las primeras décadas del siglo XX, el vallenato permaneció como una música rural, profundamente arraigada en las comunidades del Magdalena Grande. Sin embargo, figuras como Emiliano Zuleta, Alejo Durán y Rafael Escalona comenzaron a expandir sus fronteras. Escalona, con su capacidad para convertir historias locales en canciones universales, se consolidó como el gran cronista del género.
Durán, por su parte, fue un virtuoso intérprete que se convirtió en el primer Rey Vallenato en el Festival de la Leyenda Vallenata en 1968, un evento que marcó un antes y un después en la historia del género. Este festival no solo consolidó al vallenato como símbolo cultural, sino que también proyectó su relevancia a nivel nacional e internacional, conectando las tradiciones rurales con un público más amplio.
En paralelo, intelectuales como Gabriel García Márquez, Álvaro Cepeda Zamudio y Alfonso López Michelsen resaltaron la profundidad cultural del vallenato. El Nobel de Literatura integró esta música en sus obras, reconociendo su papel como vehículo de la tradición oral y como espejo de la vida en el Caribe colombiano.
Con el tiempo, el vallenato evolucionó. Nuevos géneros derivados, como el vallenato romántico, ampliaron su alcance, integrando influencias tropicales, urbanas y pop. Sin embargo, su esencia sigue latiendo al ritmo del acordeón, la caja y la guacharaca. Su alma permanece en las historias que narra, ya sea en los antiguos cantos de vaquería o en las canciones románticas contemporáneas.
La transición del acordeón desde las cumbiambas al vallenato no solo marcó la evolución de un género musical, sino que también definió la identidad de una región que celebra su mestizaje, resiliencia y memoria colectiva a través de la música. El vallenato es, en última instancia, la voz del Caribe colombiano, una voz que canta su historia, su dolor y su alegría.
¿Quieres saber más?
Joaquín Viloria De la Hoz. “De la cumbiamba al vallenato:
Aproximación cultural, económica y política a la música
de acordeón en el Caribe colombiano, 1870-1960″ Cuadernos de Historia Económica No. 45. Bogotá: Banco de la República, 2017.