Shara Naranjo
Coordinadora de contenidos y proyectos en Estudios Sociales de Colombia.
Para inicio del siglo XX los obreros en Colombia escaseaban, buena parte de las relaciones económicas no eran modernas y los derechos al descanso, al tiempo libre y a la recreación aún no tenían una forma concreta, sin embargo la aparición del obrero moderno también creó una cultura popular nueva que nos llega hasta hoy en forma de música, eventos deportivos y unas maneras propias de socializar.
Acá te contamos algunos puntos de esta historia obrera que construyó una parte importante de la cultura nacional.
El origen de los trabajadores
Los obreros en Colombia surgieron gracias al desplazamiento rural motivado por la búsqueda de mejores condiciones de vida que llevó a muchos a abandonar el campo, por la pobreza, el hambre, la opresión en las haciendas y las secuelas de las guerras civiles.
Estos desplazados produjeron un aumento en la mano de obra, que coincidió con el inicio de la industrialización, impulsada desde la década de 1920 por el proteccionismo y la sustitución de importaciones.
Problemas del tiempo
A diferencia de los obreros con casco y overol, los trabajadores colombianos usaban camisa y sombrero, y mantenían una estrecha conexión con el campo. Por lo tanto, seguían acostumbrados a los tiempos rurales. Esto motivó un cambio del modelo social y laboral que introdujo relojes y horarios estrictos.
Pero la disciplina en la fábrica no solucionaba el problema. Para los empresarios, la Iglesia y el Estado, el tiempo libre de los trabajadores representaba un peligro. Sus preocupaciones se centraban por una parte, en el control de la moralidad y por otra, en el mantenimiento del orden social.
El origen de una cultura popular
Tras el cierre de las fábricas, se llenaban las tiendas, bares y tabernas. Allí se escuchaba (y generalmente no se bailaba) música popular regional: En Medellín era el tango, en Bogotá las rancheras y en el Atlántico diversos ritmos caribeños.
Además, se consumían bebidas alcohólicas que variaban según la región: chicha para el altiplano cundiboyacense, aguardiente para Antioquia y ron para la zona del Atlántico. Además, se dedicaban al juego: naipes, cartas, billar o tejo.
Otros entretenimientos incluían el cine, y se diferenciaban de las élites basados en su gusto. Por ejemplo, los obreros generalmente disfrutaban del cine mexicano. Por otra parte, el boxeo era uno de los espectáculos predilectos para los obreros de Bogotá y era juzgado por las élites como salvaje y violento. El fútbol llegaría para quedarse desde la década de 1930.
Cambiar la hora
Había otro peligro con respecto al tiempo libre: la posibilidad de sindicalización, pues esta se manifestó con fuerza desde la década de 1920. Aquí el tiempo ocupó una demanda significativa: pedían ocho horas de trabajo, ocho horas de estudio y ocho horas de descanso, y se lograría instaurar legalmente hasta 1931.
Desde el estallido de las mechas del tejo a las rancheras, se presenta una mezcla entre formas tradicionales y externas de diversión, que fueron asentando la cultura popular de unos trabajadores, muy cercanos al campesinado, que buscaron formas de divertirse en medio de las ciudades.