Shara Naranjo
Coordinadora de contenidos y proyectos en Estudios Sociales de Colombia
La Corte Constitucional de Colombia anuló la decisión del Tribunal Superior de Bogotá que suspendía la ampliación de una base naval en la Isla Gorgona. Este territorio, declarado parque natural y zona de reserva desde hace 41 años por su extraordinaria biodiversidad, es hoy el centro de una disputa compleja, tan densa como la selva que la recubre. Sin embargo, su historia revela que no siempre fue un espacio en conflicto.
Inicios
Hace más de mil años, Gorgona estuvo habitada por comunidades agrícolas que cultivaban maíz y yuca, además de ser hábiles navegantes. Para el siglo XVI, cuando los colonizadores llegaron, la isla estaba despoblada.
Francisco Pizarro la bautizó “Gorgona” en 1526 debido a la abundancia de serpientes que encontró en su interior. Desde entonces, se convirtió en un punto estratégico para el reabastecimiento de agua y alimentos de navegantes, ya fueran castellanos, piratas o corsarios.
En el siglo XIX, la isla pasó de ser “tierra de nadie” a propiedad privada, primero bajo la familia francesa D’Croz y luego como hacienda de la familia caucana Payán. Durante esta época, el paisaje natural comenzó a transformarse con la introducción de animales domésticos y cultivos frutales. Sin embargo, su uso más conocido comenzó a mediados del siglo XX, cuando el Estado decidió establecer allí una cárcel de alta seguridad.
La construcción de la prisión, motivada por la crisis económica y social de La Violencia y el hacinamiento del sistema penitenciario, buscaba una solución radical: una cárcel inaccesible en un entorno aislado.
No obstante, la prisión de Gorgona, tristemente célebre por sus castigos brutales y recurrentes abusos de poder, se volvió insostenible debido a la corrupción y a un sistema penitenciario ineficaz. Finalmente, el 25 de noviembre de 1983, se firmó el acuerdo que declaró a la isla como Parque Nacional, con el objetivo de proteger su flora y fauna únicas.
Gorgona en la geopolítica y el medio ambiente
Pese a su estatus como área protegida, el ecosistema de Gorgona está amenazado por el proyecto de construcción de una estación naval, promovido durante el gobierno de Juan Manuel Santos y autorizado en 2015.
Financiado inicialmente por la Oficina Internacional de Asistencia Antinarcóticos de Estados Unidos, el plan contempla la ampliación del muelle a 162 metros, la construcción de una torre de 50 metros para instalar un radar, y el fortalecimiento de la vigilancia en las aguas del Pacífico, usadas por narcotraficantes.
Sin embargo, la licencia ambiental del proyecto ha sido cuestionada por carecer de estudios rigurosos sobre sus impactos sociales y ecológicos. Según el Cinep, esta iniciativa representa un riesgo no solo para la biodiversidad de la isla, sino también para la soberanía nacional:
“Señalamos que de este conflicto hace parte la estrategia de los EE. UU -por intereses geopolíticos de control territorial y militar del Pacífico y el Caribe-, que incorpora a Colombia como un “aliado estratégico”, en la “fuerza conjunta”, que somete su soberanía e independencia, en condiciones de subordinación a una política de seguridad energética y geopolítica global.”
Gorgona tiene un valor estratégico similar al de Nicaragua, siendo un punto clave en las comunicaciones interoceánicas y con acceso directo a puertos y aeropuertos. En este contexto, las decisiones relacionadas con la isla podrían no ser exclusivamente nacionales, una preocupación que expertos han señalado como alarmante
Además, el impacto ambiental es significativo. Según estudios, las obras militares proyectadas podrían afectar gravemente la flora, fauna y el equilibrio del ecosistema. El tráfico marítimo incrementado pondría en peligro la movilidad de las ballenas, que podrían colisionar con embarcaciones, mientras que las tortugas migratorias y aves como los murciélagos serían vulnerables a las emisiones electromagnéticas del radar. Incluso pequeñas gotas de combustible derramadas en el agua se convierten, bajo el sol, en sustancias altamente tóxicas que dañan la vida marina.
Aunque la ministra de Ambiente señaló que los fondos para el proyecto serían redirigidos hacia la transición energética en la zona, como la instalación de paneles solares, las preocupaciones persisten. La comunidad científica y organizaciones sociales advierten que estas medidas no compensan los daños irreparables que las obras militares podrían ocasionar en un área de tan alto valor ecológico y cultural.
Gorgona es mucho más que un escenario en disputa: es un símbolo de la relación tensa entre desarrollo, conservación y soberanía. Su futuro plantea preguntas urgentes sobre qué valores priorizar en una nación que busca equilibrar su riqueza natural con las demandas de seguridad y geopolítica.
¿Quieres saber más?
Cinep, “¿Una “base militar” en la isla Gorgona?” https://www.revistaciendiascinep.com/home/una-base-militar-en-la-isla-gorgona/
Darío González Posso, “GORGONA: ¿Parque natural o “Estación de guardacostas”?” en Indepaz, https://indepaz.org.co/wp-content/uploads/2022/11/Gorgona-Parque-natural-o-Estacio%CC%81n-guardacostas.pdf