La gaita, el acordeón y el cumbión: el viaje musical de Lisandro Meza

Nuestra organización construye un país con mejores oportunidades.

2
Picture of Shara Naranjo

Shara Naranjo

Coordinadora de contenidos y proyectos en Estudios Sociales de Colombia

Los Montes de María, cuna de Lisandro Meza, son un microcosmos de las tradiciones culturales afro indígenas que definen la identidad del Caribe colombiano. El bullerengue, el primer contacto de Meza con la música, no es sólo un género: es una memoria viva de resistencia y expresión colectiva, de los afrodescendientes. 

Este canto acompañado por tambores, que Rosa Barreto, la abuela de Lisandro, entonaba con maestría, conectaba a las generaciones con una tradición de duelo, celebración y espiritualidad.

La gaita, por otro lado, tiene orígenes míticos ligados a las comunidades indígenas. Según la leyenda de Chuana y Popuna, la música de gaita surgía de la tierra y los elementos naturales, reflejando una profunda conexión con el entorno. 

Para Meza, la presencia constante de las gaitas en su pueblo era un recordatorio de un pasado ancestral que se entretejía con su presente. Estos sonidos, que compartían espacio con los tambores y los cantos de bullerengue, formaron el telón de fondo de su infancia en El Piñal.

La llegada del acordeón

El acordeón, traído por comerciantes europeos y turcos que recorrieron el Caribe en el siglo XIX, fue acogido por las comunidades rurales y resignificado en los paisajes sonoros del Magdalena. Este instrumento, al principio considerado exótico, pronto se volvió fundamental en las parrandas campesinas y en la conformación del vallenato. 

En la finca La Armenia, donde trabajaba su padre, Lisandro descubrió un viejo acordeón de Pedro Socarrás, un peón acordeonista. A escondidas, Meza desentrañó sus secretos bajo un higuerón, aprendiendo las melodías que resonaban a orillas del río Magdalena, como “La hija de Amaranto” y “Altos del Rosario.”

La Nochebuena de 1954 marcó el inicio de su carrera musical. Ante la ausencia de Socarrás, que se había quedado dormido durante esa celebración, Lisandro tomó el acordeón y animó la fiesta, sorprendiendo a su padre y a los invitados con su destreza. Este acto no solo selló su destino como músico, sino que también inició la transición del joven Meza de admirador a creador.

A pesar de que tras ese evento le regalase un acordeón, el sueño de Raimundo Meza para su hijo era otro: que estudiara y se convirtiera en médico. Sin embargo, en Magangué, donde cursó brevemente su bachillerato, Lisandro encontró un maestro inesperado: Alejo Durán, figura legendaria del vallenato. 

Durán, con su estilo pausado y profundo, introdujo a Meza en las complejidades del vallenato tradicional, enseñándole a tocar guacharaca y a reconocer el valor de los sones, paseos y merengues como herramientas para narrar historias y emociones.

En este periodo, Meza internalizó los valores del vallenato como una música de crónicas y memoria oral. Esta influencia cimentó su conexión con los ritmos costeños, preparándolo para fusionarlos con otros géneros emergentes y llevarlos más allá del Caribe colombiano.

Nuevos aires

En los años 60, Meza se unió a Los Corraleros de Majagual, una banda dirigida inicialmente por Alfredo Gutiérrez y respaldada por Discos Fuentes. Su ascenso a la dirección de la banda marcó un punto de inflexión. 

Bajo su liderazgo, Los Corraleros se convirtieron en un símbolo de la música costeña moderna, fusionando cumbia, vallenato y ritmos tropicales para audiencias tanto nacionales como internacionales.

En este periodo, la cumbia, un género que había surgido de las interacciones culturales entre africanos e indígenas, alcanzó nuevas alturas. Meza, comprometido con la modernización sin perder de vista sus raíces, llevó la cumbia y otros ritmos costeños a escenarios globales, promoviendo un diálogo entre lo local y lo internacional. Su innovación y carisma lo posicionaron como un emblema de la música popular colombiana.

Tras retirarse de Los Corraleros en 1978, Lisandro Meza había acumulado un catálogo impresionante de 41 discos bajo el sello de Discos Fuentes. Su aporte al “cumbión” y la adaptación de ritmos costeños a formatos comerciales dejaron una huella indeleble. Su música, que resuena en cada celebración navideña y festividad popular, es testimonio de un país que, a través de la música, ha encontrado una forma de unirse en su diversidad.

La historia de Lisandro Meza es la de un puente entre mundos: entre lo ancestral y lo moderno, entre la región Caribe y  el resto del país, entre lo local y lo global. Su vida y obra continúan siendo un recordatorio de que la música no solo es entretenimiento, sino también una herramienta de transformación social y cultural.

En 1978, tras 41 discos con Discos Fuentes, Meza consolidó un legado musical que resuena en celebraciones colombianas, uniendo lo ancestral con lo moderno.

¿Quieres saber más?

Quintero Quintero, Marina. “Lisandro Meza, el Rey Sin Corona.” Revista Universidad de Antioquia, noviembre de 2011.

Wade, Peter. Música, Raza y Nación: Música Tropical en Colombia. Bogotá: Planeta, 2000.

Facebook
LinkedIn

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Nuestro blog

Pensamos el país por escrito, acá encuentra parte de nuestras propuestas y reflexiones sobre Colombia. También algunos trabajos de nuestros investigadores.

Historia

Ecos de la infancia perdida

Recientemente, el diario El País alertó sobre la desaparición de 288 niños en lo que va del año, un hecho que evoca oscuros episodios del

Read More »

Puede escribir sus inquietudes