Shara Naranjo
Coordinadora de contenidos y proyectos en Estudios Sociales de Colombia
En los últimos años, los incendios forestales en la Amazonía han aumentado, especialmente en Brasil y Bolivia, debido a la agricultura y la ganadería. Sin embargo, el Amazonas colombiano también enfrenta estos problemas. ¿Qué relación tienen la deforestación y la ganadería con el racionamiento de agua? Quédese y le contamos.
Las lluvias en América del Sur se originan cuando el vapor de agua del Océano Atlántico y la humedad liberada por la selva amazónica se combinan en el aire. Este vapor de agua se mueve hacia el oeste hasta llegar a la cordillera de los Andes.
Al llegar a las montañas, el aire húmedo asciende y se enfría. Cuando el vapor de agua se enfría lo suficiente, se convierte en gotas pequeñas que forman nubes. Estas nubes, al acumularse, provocan lluvias que se extienden por todo el continente sudamericano, ayudando a mantener el clima y los ecosistemas de la región.
Los árboles y la selva son fundamentales en el ciclo del agua porque liberan vapor de agua en la atmósfera a través de un proceso llamado evapotranspiración, donde el agua es absorbida del suelo por las raíces y luego liberada al aire desde las hojas. Este es el vapor de agua que se mezcla con el proveniente del Océano Atlántico y se convierte en agua para los Andes.
Por este motivo la tala de árboles y los incendios forestales originados por el deseo de extender el territorio para el cultivo de alimentos y la tenencia de ganado, afectan directamente el flujo del agua.
El problema del agua trasciende el embotellamiento de la multinacional en La Calera e implica todo el ecosistema de la Orinoquía, el Amazonas y los bosques andinos, en un contexto de eterno conflicto por la tierra en el país.
¿Y cómo llegamos a este punto?
La desconexión con el Amazonas a lo largo de la historia no ha sido solo territorial. Desde la época colonial hasta el siglo XIX, se privilegió el espacio andino para el desarrollo de procesos económicos, políticos y sociales.
La presencia del Estado en las regiones de la Orinoquía y el Amazonas fue tardía, iniciando mediante misiones católicas desde el siglo XVIII para la evangelización de las comunidades locales, pero sin la intención de incorporar completamente estos territorios periféricos.
El Amazonas comenzó a cobrar relevancia por la extracción de materias primas, como el caucho y la quina, a raíz de la inserción del país en la economía mundial durante las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX. Este proceso no solo arrasó con comunidades indígenas en la cuenca del Putumayo, sino que también necesitó extender las zonas de extracción para abastecer los mercados externos, utilizando la técnica de “tumba y quema” del bosque amazónico.
A pesar de que la explotación del caucho no propició asentamientos estables, contribuyó a la ampliación de la frontera agraria y, por ende, a la extensión del territorio nacional. Así, el territorio no se ha moldeado por la integración nacional, sino por las dinámicas de los mercados internacionales.
La frontera agrícola
Este proceso de extensión de zonas para extracción, agricultura o ganadería se conoce como la ampliación de la frontera agrícola. En este contexto, las personas buscan y preparan terrenos que antes no se usaban para la agricultura, como selvas, con la intención de cultivar alimentos o criar animales.
Para que estos terrenos sean aptos para la agricultura, se talan árboles, se remueven matorrales y generalmente se quema vegetación, dejando el terreno listo para ser sembrado o utilizado como pasto. Muchos incendios forestales están vinculados a estas prácticas.
Una vez que el terreno está preparado, se siembran cultivos o, predominantemente, se asienta ganado. Actualmente, el 80.5% del área nacional tiene un carácter agropecuario, y de este, solo el 19.1% se dedica a la agricultura (Censo Agropecuario del 2014). Además, la mitad de la tierra utilizada para ganadería se encuentra en las mejores tierras con vocación agrícola.
A medida que se requieren más tierras para producir alimentos o criar animales, la frontera agraria sigue expandiéndose hacia nuevas áreas, lo que conlleva a la deforestación de bosques y la alteración de otros ecosistemas naturales.
Por lo tanto, la ampliación de la frontera agraria es el proceso de transformar nuevos terrenos naturales en tierras para cultivo y pastoreo, lo que genera impactos negativos en el medio ambiente, como la degradación de la tierra, la pérdida de bosques y, como consecuencia, el desabastecimiento de agua a costa de aumentar la producción agrícola.
Los agravantes del problema
La deforestación del Amazonas se ha visto agravada por ineficientes reformas agrarias, como la de 1961, que aunque buscaba “reformar la estructura social agraria para eliminar y prevenir la inequitativa concentración de la propiedad rústica”, terminó con la titulación de baldíos a campesinos en selvas húmedas y semihúmedas, extendiendo la frontera agrícola y reforzando la gran hacienda en el campo colombiano.
La distribución inequitativa de la tierra ha sido un factor clave en el conflicto armado colombiano y figura en los primeros acuerdos de los procesos de paz. Sin embargo, su mal manejo, repartiendo tierras como un premio, ha profundizado el problema, contribuyendo a los cultivos ilícitos y debilitando la economía campesina en el país.
La constante distancia simbólica entre el centro del país y el Amazonas, junto con su abandono, ha llevado a percibir el sur del país como un simple productor de materias primas, sin una protección efectiva de sus recursos naturales y de sus pobladores.
La situación actual del Amazonas colombiano subraya la necesidad urgente de un cambio de enfoque en la relación entre desarrollo y conservación. La expansión de la frontera agraria, impulsada por la deforestación y la ganadería, no solo está destruyendo ecosistemas vitales, sino que también compromete el acceso al agua para las comunidades locales.
Es esencial que se implementen políticas que prioricen la sostenibilidad y la protección de los recursos naturales. Abordar estos desafíos de manera integral permitirá no solo preservar el Amazonas, sino también garantizar un futuro más justo y equilibrado para el país.
¿Quieres saber más?
Darío Fajardo, (2022). Tierra: ¡Tanta y tan lejos! Bogotá, D.C Universidad de los Andes, Universidad Nacional de Colombia, Instituto Capaz. Disponible en: https://ediciones.uniandes.edu.co/reader/tierra-tanta-y-tan-lejos?location=8
Cindy Romero. How is water rationing in Bogotá related to deforestation in the Amazon? Disponible en: https://humanforest.com.co/como-se-relacionan-el-racionamiento-de-agua-en-bogota-con-la-deforestacion-en-la-amazonia/
4 Responses
Gracias por la valiosa información de tu investigación. Es una realidad que nos atropella en tiempos de avaricia y absoluta indiferencia por parte de la industria protagonista del latifundio.
Esperamos que este tipo de análisis llegue a más y más personas. “El poder de las pequeñas cosas”
Querida Derly, muchas gracias por tomarte el tiempo de escribirnos, leerte nos anima a seguir. Sí, desde el 2016 participamos de iniciativas sociales que defienden ecosistemas y nos hace sentir orgullosos, pero también impotentes porque siempre faltarán manos. Te mandamos un abrazo!
Una forma muy sencilla de explicar una problemática tan profunda. Cada vez más manos haciendo sinergia por los ecosistemas y su conservación ¡Excelente artículo!
Hola, Diana. Gracias por tu comentario, nos alegra mucho saber que disfrutaste la lectura de nuestro artículo.
Un abrazo.