Shara Naranjo
Coordinadora de contenidos y proyectos en Estudios Sociales de Colombia
La prensa fue, durante más de un siglo, el principal medio de comunicación y estuvo estrechamente ligado con la política. Casi todos los primeros periódicos del siglo XVIII fueron fundados por políticos que veían en este medio la mejor forma de expresar sus opiniones.
En su desarrollo, la prensa pasó de ser un medio utilizado por los criollos para expresar sus ideales de independencia y crítica política, a convertirse en un actor clave para las voces marginales. A medida que se consolidaron los partidos y se fundaban periódicos como El Alacrán (1849), los medios populares se posicionaron como espacios de resistencia frente a las élites.
Entre 1850 y 1950, la prensa popular en Colombia fue mucho más que un medio de comunicación: se convirtió en una trinchera de resistencia, un aula de educación y un puente entre las periferias sociales y el centro del poder político.
En un país donde la exclusión marcaba la vida de la mayoría, los periódicos populares nacieron como una herramienta de quienes buscaban desafiar las jerarquías impuestas, exigir derechos y construir nuevas narrativas sobre el país.
Desde los talleres de los artesanos y las imprentas de los trabajadores hasta las multitudes que seguían a Jorge Eliécer Gaitán, la prensa popular fue un espejo de las luchas y las aspiraciones de un pueblo que reclamaba escribir su historia.
El despertar de la prensa popular (1850-1900)
En la segunda mitad del siglo XIX, en el marco de las profundas divisiones entre liberales y conservadores, la prensa popular comenzó a emerger como un espacio para expresar las demandas de sectores tradicionalmente invisibilizados. Este periodo estuvo marcado por el auge de los artesanos, quienes encontraron en la imprenta una forma de responder a las transformaciones económicas que amenazaban sus oficios.
Publicaciones como El Taller y El Artesano reflejaron la búsqueda de estos gremios por proteger su lugar en la economía nacional y, al mismo tiempo, consolidar una identidad que defendiera su dignidad como trabajadores manuales.
Sin embargo, no todos los periódicos artesanales siguieron una misma línea política. Mientras algunos apoyaban el proyecto regenerador de Rafael Núñez, viendo en su centralismo y proteccionismo una oportunidad para fortalecer la industria local, otros, como El Amigo del Pueblo, criticaron la exclusión de sectores liberales radicales y denunciaron los abusos del poder estatal.
Estos periódicos mostraban las tensiones internas de un gremio que, aunque mayoritariamente apoyaba el conservadurismo regenerador, no se desligaba completamente de los ideales republicanos y democráticos del liberalismo.
El contexto político de la Regeneración, con su censura y centralismo, limitó las posibilidades de expresión, pero no anuló el impacto de la prensa popular. A través de artículos, caricaturas y panfletos, estos periódicos se convirtieron en una plataforma para denunciar las políticas económicas y sociales que afectaban a los sectores populares, consolidando a la prensa como un arma en la sociedad de finales del siglo XIX.
La prensa obrera (1900-1930)
Con el cambio de siglo, la prensa popular experimentó una transformación. En las primeras décadas del siglo XX, la creciente urbanización y el auge del movimiento obrero impulsaron la aparición de publicaciones más organizadas y con agendas políticas algo más claras.
Periódicos como La Época o El Autonomista no solo informaban, sino que buscaban educar políticamente a sus lectores. Estas publicaciones abogaban por la alfabetización, la conciencia de clase y la organización colectiva como herramientas para enfrentar la explotación y la desigualdad.
El periodismo popular de esta época no se limitó a ser un registro de los problemas sociales; también fue un espacio para proponer soluciones. Estos periódicos promovían valores como la solidaridad, el ahorro y la ayuda mutua, mientras denunciaban las condiciones laborales inhumanas y las prácticas autoritarias que los afligían.
Además, eran plataformas de articulación política, difundiendo las ideas del socialismo, el anarquismo y el antiimperialismo. Su alcance era modesto, pero su impacto en la construcción de una conciencia obrera fue significativo, especialmente en ciudades como Cartagena, donde artesanos negros y mulatos utilizaron la prensa para cuestionar las jerarquías raciales y reclamar derechos de ciudadanía.
La precariedad económica y la represión estatal no frenaron a estos medios. La mayoría operaba con recursos limitados y dependía del compromiso de sus creadores, quienes a menudo eran trabajadores que dedicaban sus noches a imprimir, escribir y distribuir. Este esfuerzo colectivo hizo de la prensa obrera no solo un vehículo de información, sino un acto de resistencia en sí mismo.
Voces desde la marginalidad (1930-1950)
La década de 1930 marcó un punto de inflexión para la prensa popular. En un contexto de agitación política y creciente polarización, estos medios ampliaron su alcance y su impacto. Durante estos años, el gaitanismo encontró en la prensa una herramienta clave para conectar con las masas.
Periódicos como Jornada, fundado por Jorge Eliécer Gaitán en 1944, se convirtieron en vehículos para articular un discurso que denunciaba las injusticias del sistema y prometía una Colombia más inclusiva. Jornada se dirigía a las clases populares con un lenguaje sencillo y directo, posicionándose como una alternativa frente a los grandes medios controlados por las élites tradicionales.
Pero el impacto de la prensa popular no se limitó al gaitanismo. Los periódicos sindicales y comunitarios también jugaron un papel crucial en este periodo. Publicaciones como El Luchador y El Obrero Moderno continuaron documentando las luchas obreras, organizando huelgas y amplificando las voces de los trabajadores.
Estos medios eran tanto un espacio de denuncia como de articulación, fortaleciendo redes de solidaridad y construyendo una narrativa alternativa frente a la historia oficial.
La prensa popular en Colombia, desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, fue mucho más que un medio de comunicación: se convirtió en un campo de batalla ideológica, donde los sectores marginados luchaban por visibilidad, justicia y derechos. En un país caracterizado por la exclusión y la desigualdad, estos periódicos no solo sirvieron para denunciar, sino para educar y construir comunidad.
El legado de la prensa popular no solo perdura en los archivos históricos, sino en cómo contribuyó a la formación de una identidad nacional desde las bases. Fue un puente entre la exclusión y la participación, entre el silencio y la voz.
Hoy, en la era digital y globalizada, los movimientos sociales siguen utilizando herramientas de comunicación para transformar y visibilizar sus realidades, de manera similar a como lo hicieron esos periódicos de antaño. Los medios alternativos continúan siendo una plataforma de denuncia y esperanza, soñando un futuro más justo para el país.
¿Quiere saber más?
Flórez Bolívar, Francisco Javier. “Opino, luego existo: prensa artesanal/obrera, raza y ciudadanía en Cartagena, 1910-1930.” Boletín Cultural y Bibliográfico, Vol. LII, No. 94, 2018, pp. 23-39.
Joven Bonelo, Ana María. “Los amigos del pueblo: artesanado y prensa durante la Regeneración.” Boletín Cultural y Bibliográfico, Vol. LII, No. 94, 2018, pp. 4-21.
Rodríguez Franco, Adriana. “El diario del pueblo gaitanista: Jornada (1944-1949).” Boletín Cultural y Bibliográfico, Vol. LII, No. 94, 2018, pp. 93-115.
Vega Cantor, Renán. “Intelecto socialista y dedos proletarios: imprenta, prensa popular y periodistas insumisos a principios del siglo XX.” Boletín Cultural y Bibliográfico, Vol. LII, No. 94, 2018, pp. 41-65.