Shara Naranjo
Coordinadora de contenidos y proyectos en Estudios Sociales de Colombia
Ha resucitado el debate sobre los vendedores ambulantes gracias a su expulsión de la estación Ricaurte, una de las más concurridas e importantes de la capital. Pero desplazar a los vendedores no será la solución a un problema de larga data en Colombia: la masividad del trabajo informal.
El mercado laboral en Colombia ha experimentado profundas transformaciones a lo largo de su historia, en un proceso moldeado por factores económicos, sociales y políticos. Desde el siglo XIX hasta la actualidad, su desarrollo ha estado marcado por cambios en la estructura productiva, crisis económicas, urbanización y el crecimiento del sector informal, los cuales han configurado un sistema laboral con marcadas desigualdades y desafíos persistentes.
El predominio agrícola
Durante el siglo XIX, Colombia contaba con una economía fundamentalmente agrícola y una estructura laboral basada en la jerarquía rural, con haciendas y plantaciones que empleaban a la mayor parte de la población en condiciones de dependencia y salarios bajos.
Los trabajadores rurales, en su mayoría campesinos, jornaleros y esclavos, sostenían el sistema productivo con una oferta de mano de obra barata, mientras que los propietarios de tierras ejercían un control casi absoluto sobre las condiciones laborales. La escasez de normas laborales y la falta de diversificación económica consolidaban un mercado de trabajo limitado y poco dinámico.
Con el avance de las ideas liberales a mediados del siglo XIX, comenzaron a verse los primeros intentos de cambio. En 1853, la Constitución eliminó la esclavitud y abrió el camino hacia una incipiente movilidad laboral. Sin embargo, esta medida no generó un cambio inmediato en la estructura laboral, que siguió siendo rural y dominada por relaciones laborales de carácter dependiente en muchas regiones.
Las diferencias sociales y la concentración de la tierra, que caracterizaban el mercado laboral de la época, sentaron las bases de las futuras tensiones sociales y económicas en el campo colombiano.
Albores de la industrialización
A inicios del siglo XX, la urbanización y la industrialización incipiente empezaron a modificar el mercado laboral colombiano. Las zonas urbanas comenzaron a atraer a migrantes rurales en busca de nuevas oportunidades, lo que impulsó el crecimiento de las ciudades y la formación de una clase obrera.
El auge de industrias como la textil y la de alimentos generó una demanda de mano de obra en las principales ciudades, aunque bajo condiciones precarias y con escasos derechos laborales.
Eventos como la Masacre de las Bananeras en 1928, en la que trabajadores de la United Fruit Company fueron reprimidos violentamente en sus demandas de mejores condiciones, revelaron las tensiones entre empleadores y trabajadores y marcaron un hito en la lucha obrera.
Estos acontecimientos no solo dejaron una huella profunda en la conciencia social del país, sino que también señalaron la necesidad de reformas en las condiciones laborales y la organización de los trabajadores.
La segunda mitad del siglo XX fue testigo de una transformación estructural en la economía colombiana, impulsada por un proceso de industrialización acelerada que se concentró en sectores como el manufacturero y el de servicios. La economía comenzó a diversificarse, y con ello surgió una nueva clase trabajadora urbana.
Sin embargo, este crecimiento no fue suficiente para absorber a toda la fuerza laboral, y el mercado laboral formal no logró expandirse al mismo ritmo que la economía.
Durante los años 70 y 80, la crisis económica que afectó a gran parte de América Latina tuvo también repercusiones en Colombia, exacerbando el desempleo y propiciando el auge de trabajos por cuenta propia y de sectores informales.
En un contexto de recesión, muchos colombianos encontraron en la informalidad su única vía de subsistencia, a menudo en ocupaciones de baja productividad y sin acceso a seguridad social.
Este fenómeno fue particularmente visible en las ciudades, donde una gran cantidad de trabajadores migrantes se incorporaron a actividades como el comercio ambulante y los servicios domésticos, formando un mercado paralelo al sector formal.
La informalidad, ya consolidada como una característica estructural del mercado laboral, comenzó a ser reconocida y medida de forma más sistemática en la década de 1990, con el objetivo de diseñar políticas públicas para abordar sus efectos en la economía y el bienestar de los trabajadores.
A medida que Colombia ingresó en la economía globalizada, el mercado laboral enfrentó nuevos retos. La apertura económica y las políticas de flexibilización laboral implementadas en los años 90 y 2000 intentaron hacer frente a las nuevas demandas del mercado, pero también acentuaron la precarización del trabajo.
Aunque estas reformas pretendían fomentar el empleo, su impacto en el sector formal fue limitado y resultó en un aumento de empleos temporales, tercerización y trabajos de corta duración.
La informalidad laboral continuó creciendo, en parte debido a que la creación de empleo formal no alcanzó a cubrir las necesidades de la creciente población.
Según las estadísticas más recientes del DANE, más del 50% de la población ocupada en Colombia trabaja en condiciones informales, sin beneficios laborales o seguridad social, lo cual perpetúa un mercado laboral fragmentado y desigual.
Desafíos y perspectivas
En la actualidad, el mercado laboral en Colombia sigue caracterizándose por altos niveles de informalidad, desigualdad regional y una fuerte segmentación entre trabajadores formales e informales. Las recientes crisis económicas y sanitarias han intensificado estos problemas, revelando la vulnerabilidad de millones de trabajadores en el país.
Pese a las medidas adoptadas para promover la formalización y mejorar las condiciones laborales, las brechas persisten y requieren enfoques innovadores y adaptados a las particularidades de la economía colombiana.
Este recorrido histórico muestra cómo el mercado laboral en Colombia ha evolucionado en respuesta a los cambios económicos y sociales, adaptándose y transformándose, pero manteniendo desafíos estructurales.
En los últimos días, ha surgido una problemática en la capital colombiana por el desalojo de vendedores ambulantes en una de las principales estaciones de transporte masivo que, aunque tiene el objetivo de mejorar la circulación y el orden público, afecta directamente a más de 200 vendedores informales que ocupaban este corredor y deben ser reubicados.
Pero no se puede tapar el sol con un dedo, y desplazar a los trabajadores ambulantes no resolverá un problema profundo que implica la inequidad del mercado laboral. La disputa entre el espacio público y el derecho al trabajo pone de manifiesto una crisis social que no ha sido manejada de forma adecuada, y que abarca los principales centros urbanos del país. Ante este panorama solo queda preguntarse ¿Cómo disminuir la informalidad laboral en el país?
¿Quieres saber más?
Chenery, H. (1986 [2023]). Actividad económica y el problema laboral. Misión de empleo.
Informe final (pp. 91-122). Bogotá, D.C: Banco de la República.