Partido liberal: del idealismo a la fragmentación

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Shara Naranjo

Coordinadora de contenidos y proyectos en Estudios Sociales de Colombia

La historia del Partido Liberal Colombiano (PLC) es la historia de un proyecto político que, desde su fundación en 1848, ha influido profundamente en las transformaciones del país. A lo largo de más de un siglo y medio, este partido ha pasado de liderar reformas en forma de cortinas de humo, a participar en acuerdos que (des)estabilizaron la nación, para experimentar un proceso de decadencia y fragmentación en las últimas décadas.

Origen

El PLC fue fundado en 1848, impulsado por la figura de Ezequiel Rojas, quien publicó un manifiesto en el periódico El Aviso, conocido como “La razón de mi voto”. En este texto, Rojas defendía una república con representación genuina, un sistema que garantizara los derechos individuales y una separación clara entre el poder religioso y el gobierno civil. 

El partido surgió en un contexto de división entre federalistas y centralistas, marcado por intensos debates sobre el papel del Estado y la religión en la vida pública. Así, el PLC se alineó con la visión de Francisco de Paula Santander y los ideales republicanos y anticlericales.

En la segunda mitad del siglo XIX, el PLC protagonizó un período de dominio del liberalismo radical, impulsando reformas significativas. La Constitución de Rionegro de 1863, redactada bajo liderazgo liberal, estableció una estructura federal para Colombia, creando los “Estados Unidos de Colombia”, conformados por nueve estados soberanos. 

 Sin embargo, la falta de pragmatismo del liberalismo radical, junto con la fragmentación ideológica del partido, facilitó la llegada al poder de Rafael Núñez en 1886. Apoyado por los conservadores, Núñez implementó el proyecto de la Regeneración, que consolidó un modelo centralista y promulgó la Constitución de 1886.

La Constitución de 1886, que instauró una hegemonía conservadora, limitó las libertades liberales y restauró el poder de la Iglesia Católica sobre la educación y la vida pública. Durante este siglo, el PLC y el Partido Conservador se enfrentaron en múltiples conflictos armados, lo que convirtió a Colombia en un país azotado por constantes guerras civiles. 

La más devastadora de estas confrontaciones fue la Guerra de los Mil Días (1899-1902), que dejó profundas cicatrices y demostró la incapacidad del sistema político para resolver sus diferencias de manera pacífica. Estas guerras no solo cobraron miles de vidas, sino que también debilitaron las estructuras institucionales y afectaron gravemente la economía del país.

Guerrilla liberal en Zipaquirá, Mariano Barragán

Aunque los liberales fueron derrotados en el terreno constitucional, lograron consolidar su poder político y económico en las primeras décadas del siglo XX, alcanzando su cúspide en la República Liberal (1930-1946). 

Durante este periodo, el partido dejó de ser la oposición y se enfocó en ampliar la ciudadanía, abordar cuestiones sociales y transformar la política. Este periodo marcó una consolidación de un modelo económico, fortalecimiento de los gremios, y consolidación de un latifundio comercial.

Entre el orden y la violencia

El PLC se consolidó como una fuerza política importante en Colombia, pero su papel en relación con el orden y la violencia fue ambiguo. Aunque en algunos momentos impulsó reformas sociales y económicas, también recurrió a prácticas de exclusión y represión que exacerbaron las tensiones internas. 

El sociólogo Daniel Pécaut sugiere que, a lo largo de su historia, el PLC, en su competencia con el Partido Conservador, contribuyó a una intensificación de la polarización y la violencia en el país. 

Esta interpretación crítica subraya cómo el PLC fue instrumental en moldear un sistema político que priorizaba la supervivencia de sus élites por encima de la construcción de un sistema inclusivo y democrático. Esto fue evidente en su manejo de la época de La Violencia y en acuerdos como el Frente Nacional, que, aunque pacificaron el país, reforzaron un sistema clientelista y excluyente.

En 1958, tras una década de violencia, el PLC y el Partido Conservador firmaron el pacto del Frente Nacional, que buscaba estabilizar el país mediante un sistema de alternancia en el poder. 

Este acuerdo permitió a los liberales y conservadores gobernar juntos, alternándose en la presidencia cada cuatro años y distribuyendo los cargos públicos equitativamente. Si bien el Frente Nacional trajo paz relativa, también marcó el comienzo del declive del sistema bipartidista tradicional.

Pablo Escobar en su ascenso político desde el liberalismo
La firma de la fragmentación

La promulgación de la Constitución de 1991 inauguró una nueva era política en Colombia, caracterizada por la apertura democrática y la instauración de un sistema multipartidista. Este cambio permitió la entrada de nuevas fuerzas políticas y transformó el sistema electoral, debilitando aún más la influencia del PLC. 

La nueva constitución promovió la descentralización y la inclusión de grupos históricamente marginados, como las comunidades indígenas y afrocolombianas.

Sin embargo, este proceso aceleró la fragmentación del PLC. Desde los años noventa, el partido sufrió divisiones internas debido a la falta de liderazgo y de una ideología cohesionada. La aparición de actores ilegales, como el narcotráfico y los grupos paramilitares, también afectó al PLC, que comenzó a verse involucrado en prácticas clientelistas y redes de corrupción.

 Para muchos, el partido se había convertido en una estructura política sin principios claros, funcionando más como una red de intereses individuales que como una fuerza ideológica.

Hoy el partido Liberal cosecha sus frutos donde sólo encuentra un historial acumulado de políticos muy señalados, una serie de gobiernos ni tan liberales ni tan exitosos y demuestra con la última convención liberal, que no es capaz de sostener la democracia ni siquiera en su interior ¿Será hora de cerrar este capítulo en la historia del país?

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